Ya es hora de decidir si la globalización es buena o mala, si beneficia a todas las personas o si por el contrario nos afecta de una forma negativa.
Es un hecho lo que afirma la siguiente frase sobre los problemas de la globalización: “Pocas ventajas para el que menos tiene y todas para los que tienen todo.” Pero, antes de centrarnos en el nudo de este texto, hemos de considerar que el fenómeno de la globalización conlleva un aumento de migración, un continuo desarrollo de la tecnología, así como un movimiento de capitales a corto plazo.
Si se quiere que los avances de la globalización sean un progreso, es decir, sin que disminuya el bienestar de nadie, es necesaria la intervención de los gobiernos y los organismos internacionales repartiendo los beneficios y compensando a los perjudicados.
Sin embargo, a lo que queremos llegar realmente es a bajar el telón y mostrar la verdadera obra que la globalización presenta: “Peces y Tiburones”. Es cierto que el título suena poco coherente, incluso infantil, pero creemos que a través de la ficción es la mejor forma de mostrar la realidad en la que nos encontramos.
En un país del Sur, los ciudadanos son peces metidos en un inmenso océano cerrado, donde en principio hay un equilibrio económico-social, pero sin tardanza, llegan tiburones y depredadores de todo tipo, por lo que los peces empiezan a desaparecer de esa vida social y económica, quitándoles así la esperanza de tener un futuro. Aunque esos pobres peces intenten luchar contra los inmensos tiburones, estos les dispersan, por lo que no saben qué hacer, cómo actuar, hasta que se dan cuenta de que se encuentran el la pobreza más absoluta.
Dicho océano es un mundo dominado por instituciones económicas (tiburones), las cuales se dedican a clasificar severamente a los ciudadanos a partir de su rendimiento y su utilidad. Y cómo no, una de las consecuencias más visibles es la contaminación de ese océano, del planeta, por lo que habrá una falta de energía y la biodiversidad quedará reducida.
Tras todo este desastre económico, ya no quedarán ciudadanos; sino unidades humanas, que pueden ser de gasto, de consumo o de producción, que están al servicio de los “verdaderos” ciudadanos, es decir, bancos y corporaciones económicas y políticas que tienen plenos derechos.
En cuanto a las empresas y negocios, en la globalización tenemos que entender que vivimos en un mundo cada vez más global, donde los valores se han extendido, con el mercado como el principal motor de las economías, con un universo de comunicaciones digitales e Internet, una sociedad con continuos cambios, organizacionales, tecnológicas y sociales.
Ya veis cuánta porquería desprende nuestra amiga la globalización y la “obra teatral” que nos espera, cuya entrada en taquilla cuesta el fomentar el consumo y mirar hacia otro lado cuando pasan los grandes problemas que acarrea. En nuestras manos está el final de esta obra; llevamos mucho tiempo proponiendo soluciones, organizándonos en instituciones anti-globalización, pero, ¿dónde está el valor necesario para no entrar en esa sala de teatro llena de consumismo, discriminación y contaminación?
De lo único que estamos seguros es de que esto sólo se puede frenar con la colaboración de todos y todas, y nosotros ya hemos empezado con el comercio justo. ¿Y qué es esto? Básicamente este tipo de comercio alternativo es un movimiento internacional formado por organizaciones tanto del Sur como del Norte, con los objetivos de mejorar el acceso al mercado de los productores más desfavorecidos y cambiar las injustas reglas del comercio internacional.
Lo más importante del comercio justo es que las organizaciones del Norte no se limitan a transferir recursos para crear infraestructuras, capacitar o prefinanciar a los grupos productores, sino que participan en la comercialización mediante la importación, distribución o venta directa al público. También pretende conseguir unas condiciones laborales y comerciales justas e igualitarias, que asegure un medio de vida sostenible a todos los productores de los países en desarrollo.
Son pocas las estanterías de los comercios que están llenas de estos productos pero, sin embargo, poco a poco se van haciendo un hueco en los pasillos de los grandes supermercados. A parte, podemos encontrar productos de este tipo en muchas tiendas dedicadas exclusivamente a esta clase de comercio como la de Intermón Oxfam que colabora con la erradicación de la pobreza en zonas como África, América Latina y Asia, y de esta forma ayuda a las poblaciones empobrecidas a salir de su dependencia y explotación.
Aquí en Valencia podemos encontrar un establecimiento de esta ONG en C/ Marqués de Dos Aguas, 5, o bien podemos echar un vistazo a la tienda online.
¿POR QUÉ Y PARA QUÉ DEBEMOS CONSUMIR PRODUCTOS DE COMERCIO JUSTO?
- Yo.
- Tú.
- Ella y él.
- Nosotros y nosotras.
- Vosotros y vosotras.
- Ellos y ellas.
Todos podemos hacer algo para cambiar esta situación:
¡ACTUEMOS YA!
"Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida".
Woody Allen